domingo, 9 de junio de 2013

Os juro que no sabía que una persona pudiera llegar a expulsar tantas lágrimas de su cuerpo.
De rabia. De dolor. De pena.
Pedía a gritos que le arrancaran el corazón. Eso quería... Dejar de sentir. Volverse fría, hermética e insensible.

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